lunes, noviembre 26

¿Bailar, yo?

Perdone usted, caballero, 
pero yo no bailo.
No tengo la gracia
ni tengo el garbo.

Si lo sé, está sonando mi amado Gardel
y antes fue Goyenche, 
claro que escuché, ¡qué placer!

Pero no, caballero, 
discúlpeme,
yo nací torpe y no bailo.

Siempre hay una primera vez, le creo, 

pero preste atención,
Piazzolla  no es para aprender.

Es otro mundo como llora su doble A, 
como llora la muerte del ángel,
¡Ay, señor mío!
qué dolor y qué placer.

No insista, por favor,
no alcanzaría acertar tres pasos en la pista
y sé, de tiempo atrás, 
qué el tercer taconeo 
será en su pie.

Eso es, me gusta como ríe
es usted un galán;
pero yo no bailo, señor.

Gracias por preguntar,  
no obstante,
allá, en la mesa del frente,
me parece ver una señorita 
que le mira con ilusión.

Claro que sí, confíe en mi.


Vaya, no se pierda de Amelita
ahora que empieza a entonar.

Y aun cuando esta noche sueñe con usted, 
con sus tibias manos deslizándose sobre mi piel, 
entre taconeo  
y compases milongueros.

Discúlpeme, señor,
yo no bailo.








No hay comentarios:

Publicar un comentario