martes, diciembre 28

Ladrón de Almas..

...


.."cuando llegue al lugar acordado era ya media tarde. Su café estaba helado. Recuerdo su expresión, era como si de repente, hubieran hurtado la mitad de su alma. Casi podía mirar a través de su pecho. Había un hueco imperceptible a la mirada en medio de su corazón. Entonces pude verlo en un reflejo de sus ojos, inundados con cristales salinos. Fuego fatuo, flotando en la acera frente a aquella vieja cafetería donde nos encontramos.


Lo vi todo en el espejo plateado de sus ojos. ¡El tiempo anduvo tan despacio!


Volteé y miré yo mismo a través del cristal rotulado de enfrente, comprendí de inmediato lo que ocurría, mi máquina motor sintió el rechinar de metal mal aceitado.


No pude evitar preguntarme cuánto tiempo llevaría soportando aquella carga, aquella imagen horrible (que a decir verdad, no lo era… sólo habían risas y felicidad) frente a su mirada.


¿Lo habría notado él, como si lo hice yo?


¿ Sentiría él el dolor de ella?


¿ Era capaz de darse cuenta de aquel jirón de alma que llevaba arrastrando bajo la suela de su esencia?


… ¿Le importaba?" ..

lunes, diciembre 6

Rosas Blancas

...

Ese día, el cielo se tornó gris… ese día, el cielo me ignoró.

Las necias campanas de una iglesia, replicaban lo verdadero, lo inevitable. Algo inesperado en mi vida, que no lo era más…

¿En mi vida?

Si… la que era…

Había calma, silencio. El aire era difícil de respirar, la humedad era agua con sal. La tonada del ambiente, era más un lamento. ¡Pero quién fuera yo para saberlo!

La vida no es vida de pronto y el silencio, infinito, sabio, deja de ser nada, para ser todo.

Nunca nadie dijo que duraría la eternidad… Una campanada llega al final.

Una flor, un motivo, un día cualquiera. El tiempo no importa, ¡nunca importó!

¿Qué es lo que importa?

Nada, nada importa…

Mi ritmo lo lleva el oscuro tropel, invade el camino, me guían. Cantan las gotas que el cielo nos regala, como notas en canción, ellas me cantan, brillan en los rostros. Agua fría sobre la sal.

La vida, es sólo eso y se acaba…

El camino, manchado de fúnebre negro, contrasta a su paso con las rosas blancas, rastro de pureza imaginaria. El aroma de incienso que perfuma mi esencia, poco a poco, como un latido… desaparece.

Y también el camino lo hará… así será… así seré… y seremos…

¿Seremos?

No, ya no más…

Siempre fue ajeno a mí, otro ser, distante de mi comprensión, de la sensación. Pero un siempre no es eterno y el camino tiene final, se acaba.

El incienso narcotiza mi ser y me incita al descanso… La lluvia me arrulla, me canta… como una madre a su recién nacido.

¿Ironía?

Si… se llama vida.

Se oyen los pasos, los puedo contar mientras se alejan… uno… dos… de nuevo el silencio es un todo, deja de ser abstracto y se vuelve mi compañero. Vestigios de incienso apagado por la lluvia, el eco de las campanas… una rosa blanca sobre mi pecho.