domingo, septiembre 4

Susurro...

...

Tenían nuestros labios una conversación a susurros. Yo te contaba historias sobre praderas soleadas, florestas frescas y muy verdes, declamaba a Neruda y tarareaba a Filio. Tú, con tu seductor encanto, me hablabas de sueños, me cantabas partituras, me llenabas de historias fantásticas y extrañas, sazonabas la conversa con salidas ocurrencias.
Testigos sólo tus ojos, cotilleando con los míos.
A veces habían ligeras pausas, risillas picarezcas por algún cuento afiebrado que asomaba sin anunciarse.
Nosotros no teníamos nada para decir, sólo ellos: nuestros labios.
Entre susurros se compartían las efemérides del día, se hacían cumplidos casi intangibles y con timidez alzaban un poco la voz para afianzar alguna propuesta.

Y, ahora que lo pienso... no me percaté de cuando fue que empezaron a gritar...

Pero tú dirás, más tarde, cuando volvamos a hablar nosotros, cuando ellos sólo se sonrían en silencio una vez más, cuando nuestros ojos cotilleen con mayor emoción:

"¿Importa?".

"No", y volveremos a callar.