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¿Aún recuerdas como el sol se apagaba ante nuestros ojos aquel día?
Yo lo recuerdo cada minuto de mis días ahora que se llenan con tu ausencia.
“Te amo”- dijiste con suavidad en mi oído, y entonces supe que, sin decirlo con palabras, me prometías el cielo y todas sus estrellas, sellando el trato con un suave roce de tus labios.
¿Aire mío, cuánto tiempo más durará tu lejanía?
Realmente no importa, siempre que prometas regresar a mí … ¡amándome aún! … porque entonces sería mejor la muerte.
¿Te he dicho que te amo? Te lo dije ese día antes de dejarte partir (¿cuántas veces?¿Un millón?) y te lo repito en papel y con tinta, no vaya a ser que se borre en un silencio el sonido de mi voz.
Deseo con todo mi corazón que esta carta llegue a tus manos.
Vuelve ya de ese viaje eterno…
Igual como te dejé…
Te esperaré.
-Eh! ¿qué demonios está haciendo? ¡Afuera nos están esperando las chicas! Se van a ir si no nos apuramos, y quiero ver como consigue otro par como esas - dijo una morbosa voz masculina de lejos-
-Nada… nada importante, vamos ya– y soltó la hoja -ahora arrugada- con aroma a rosas, esta cayó en unas gotas de agua sobre el suelo…