martes, junio 7

Noche de tormenta.

...

La tarde pronto oscurece y se asoman las primeras estrellas con notable timidez. Me encuentro sola en mi casa. Vivo en un lugar retirado, en las afueras de un bosque.

Cae la noche con rapidez y el cielo amenaza con tormenta, mi habitación se torna lúgubre a medida que la negrura la invade. Yo, únicamente miro por la ventana, admiro una hermosa flor blanca que sobresale de un arbusto.

Empieza a caer la lluvia… continúo sola, mirando la ventana. Ya no miro la flor blanca, mi atención se la ha robado una avecilla nocturna que pasó en vuelo furtivo.

Son casi las ocho, el tiempo pasa casi desapercibido. Sigo junto a la ventana, pero ya no miro por ella, ahora estoy sumida en mis pensamientos… pensamientos tristes y de ningún provecho… pienso en aquello que resulta más que imposible, en una ida sin retorno… en alguien que ha hecho ese viaje…

Estoy sola y así estaré, ese alguien que se ha ido era mi compañía y mientras más pienso, mientras más le recuerdo más me hundo… -MALDITA SOLEDAD- grito con desesperación a la nada, grito una y otra vez. ¿Quién podría escuchar?... Estoy sola… SOLA…

Bruscamente es interrumpida mi meditación por un ruido extraño: el arbusto que miraba antes se mueve, parece como si algo se escondiera en él, no logro ver nada… tal vez solo sea el viento...

El miedo cala mi alma. Mi atención vuelve a la ventana, espero nerviosa a que salga aquello que se esconde en el arbusto…

Al fin algo parece salir, mi corazón se agita como queriendo escapar, pero mi cuerpo se tensa. El arbusto se sacude con mucha fuerza. Siento el miedo correr por mis venas.

-¡Qué tontería!... Asustarse por una inofensiva liebre… simplemente eso…-


Reí en mi mente de mi, nerviosa aún. Miré la pobrecilla liebre en su corto trayecto hasta su madriguera.

Se me heló la sangre… sentí una mano fría en mi hombro, mi corazón palpitaba sin ritmo y acelerado… ¿Quién podría ser?... ¿Qué podría ser?...

-¿A estas horas quién podría venir? Tiene que ser mi imaginación…eso…si…eso es…- pensé instintivamente.

Para mi pesar, la mano continuaba en mi hombro. Decidí girarme y enfrentar mis temores, la lluvia cada vez era más fuerte…

Me gire… - MALDITA SOLEDAD- grité nuevamente desolada, amargas lágrimas resbalaban por mis mejillas…}

Giré. No sé si para bien o para mal, pero no había nadie… solo estaba yo… y mi traidora imaginación.

Mi respiración era salvaje. Sentía miedo, rabia. Busqué en todo lado con mi mirada… ¡Nada!...no había un alma más que la mía… nada…

Decidí que era mejor atribuir la extraña experiencia al cansancio y a mi paranoica soledad. Miré el reloj. ¡No lo podía creer! El tiempo se va rápido… era ya medianoche…

Respiré despacio unos segundos. Una vez en calma, eché una última mirada a la flor blanca, la cual resaltaba en medio de la oscuridad con notoria soberbia, sonreí y luego cerré la ventana…

Tratando de olvidar y haciendo grandez esfuerzos para no pensar, tome mi pijama y me cambié la ropa… aún sentía esa el frío de la mano imaginaria…

El cándido sueño se encargo de hacerme olvidar. Era bastante tarde ya, con la pijama colocada, me metí a mi cama, estaba cálida y reconfortante. Me quedé un rato mirando el techo. Pensaba… nuevamente pensaba en lo que es imposible… Una profunda nostalgia me embargó y los recuerdos acudieron a mi como fantasmas…

Cerré los ojos y aclaré mi mente… tenía que olvidarlo… ya había pasado mucho tiempo, y estaba segura que pasaría mucho más…

Se hacía aún más tarde y pronto comencé a caer, el sueño vino a darme paz.

Sin embargo, no paso mucho tiempo antes de que ocurriera.

-Despierta… Despierta…- una voz que arrastraba las palabras me llamaba…- Despierta…-

Un cálido y cariñoso beso en la mejilla me hizo despertar. Salté alarmada y me enjugué con fuerza los ojos... no puede ser…simplemente no puede ser… Al abrir los ojos, ante mi y mirándome habían dos hermosos y penetrantes ojos.

Parpadee varias veces y me enjugué de nuevo… ¡Aquellos ojos ya no estaban!…

Me levanté más que agitada, buscando al dueño de esa mirada, al bromista que jugaba conmigo de tal forma… no podía ser otra cosa pero,de nuevo, no encontré nada…

Sentí un asfixiante nudo en la garganta… grité… grité… grité… -MALDITA SOLEDAD- mis ojos se cristalizaron hasta romperse en pequeños diamantes de agua rodando por todo mi rostro…

Retomando un poco mi cordura, limpié mis lágrimas con el dorso de la mano… Debió ser un sueño… Volví a mi cama, derrotada... no es posible… simplemente no lo es…no…

Poco a poco en medio de pensamientos confusos y negaciones internas me fue ganando el sueño la batalla, hasta que Morfeo me abrazó.

La brisa y la lluvia me arrullaban con una suave melodía... Duerme, duerme dulce alhelí… dulce niña, sueña, descansa y sé algún día feliz…

Desperté a los pocos minutos, sobresaltada. Había alguien en mi cama…

Asustada, salté de la cama tan rápido como me fue físicamente posible. Pero todo fue esta vez diferente. Muy para mi desgracia… esta vez no desapareció… el joven seguía durmiendo… ahí… ¡en mi cama!…

Perezosamente despertó. Me miró sonriente, parecía hasta un poco sorprendido… era él… él del beso cálido, él de mirada profunda… él de la mano fría; él que se fue… y no debía volver.

Se levantó de la cama. Caminó hacia mí y sin decir palabra me abrazó fuerte, como si tuviera miedo de que escapara. Beso con suavidad mi mejilla, luego se alejó un poco con cuidado.

Se sentía tan real, tan cálido… y ni siquiera eso lograba hacerlo menos imposible. Yo sólo lo miraba, paralizada frente a él, sin saber que hacer… ni que decir… con mil escalofríos recorriéndome cuerpo…

-Perdón… creo que te desperté… lo siento...- su voz era tan suave…

-No te preocupes…n-no pasa nada…- mi voz en cambio temblaba… sentí miedo… quise llorar y no pude… ¿qué pensaría de mi?

-Mírate ¡estás temblando!… ¿segura de que estás bien?-

-Si… es el frío…creo…- mentí, estaba claro que no era el motivo, pero ¿qué otra cosa podía decir?

Se acercó cautelosamente y me rodeo con sus brazos, yo no lo podía creer… o no quería… esto es un sueño… esto es un sueño repetía en mi interior…

-¿Así estás mejor?- me preguntó con ternura

-Si… gracias…- Lo miré fijamente y luchando por no creer dije – Pero tú… no deberías estar aquí… tú estás… ¡¿Por qué estás aquí?!- no soporté más; el llanto afloro sin mi permiso, no lo pude contener… bajé el rostro… empapado de pena y tristeza…

Él, de la forma más comprensiva, tomó mi rostro y lo levantó, clavó sus ojos en los míos.

-¿Qué preguntas son esas?... Yo siempre he estado a tu lado y siempre estaré —sonrió— De seguro fue un mal sueño— me estrujo fuerte contra su pecho, frío.

Yo quité el rostro, miraba a la ventana, pensando de nuevo, confundida. No podía creer… no… no quería… ¡no quería!...

Era tan real, lo decía con tanta seguridad de sí mismo… con tanto amor…

Mi corazón dio un vuelco enorme y comenzó a palpitar con nueva fuerza, con la esperanza de que fuera cierto. Aún así, no quería creer, tenía miedo, miedo de equivocarme otra vez…

No pude negarme más, el corazón pudo más que la razón. ¡Me sentía tan feliz de que fuera todo una pesadilla! ...de que estuviera conmigo una vez más… que el llanto amargo de antes ahora fuera dulce, de alegría, desbordante alegría que nacía como manantial. Y la esperanza… eso que yo había perdido hace tanto… regresó; se sentía bien…

Quise compartir contigo mi felicidad, saber que eras tú, qué estabas ahí… queriéndome aún… Te miré. Quería saber que no me equivocaba, que no mentías, que no me mentía, que era verdad y estarías conmigo… - Siempre.-

Todo se desvaneció, todo se fue.

Desperté… ¡maldita sea mi suerte!... ¡DESPERTÉ!... todo desapareció… Sólo quede yo, sola, en una obscura habitación, frente a la ventana.

Lo había soñado todo, todo fue un mal sueño, el peor. TODO… sus ojos… su cariño… sus palabras… TODO

En una brutal desesperación cerré las ventanas con furia… y grité con rencor… con dolor… y cada grito me desgarraba la garganta... y alguna parte del alma.

MALDITA SOLEDAD —

No podía sostenerme en pie, así que me senté de nuevo y lloré. Bajé el rostro y lloré… derramé las últimas lágrimas que me quedaban, estaba sola, había sido un sueño… sabía que no debía creer

De improviso, las ventanas se abren con fuerza… podría jurar que por un instante sentí su calidez junto a mi, levantando mi rostro, secándolo… oí su voz suave arrastrando las palabras…


-No llores más, lo prometí, siempre voy a estar... junto-


Sentí mi alma desfallecer, cerré con fuerza la ventana. En un impulso violento me levanté haciendo un intento por correr, pero mis piernas no reaccionaron y caí de rodillas al suelo… con la mirada perdida… el rostro empapado… y el corazón fríamente destrozado…